La ópera prima del director italiano Carlos Sironi, Sole, es una película de baja intensidad que saca a la palestra un tema que es muy de nuestro tiempo, como es la maternidad subrogada. Una chica polaca, Lena, está embarazada de siete meses y acuerda vender el bebé a una familia italiana, para lo cual el sobrino de dicha familia se hará pasar por su padre, hecho por el cual será recompensado económicamente.
Este joven no tiene rumbo alguno, se pasa mucho tiempo frente a una máquina tragaperras y viendo la vida pasar. Durante la primera parte de la película todo es incómodo, Lena y Ermanno (el joven) apenas median palabra. Todo es muy frío y casi anestesiante. Supongo que será una directriz de Sironi que el chico no haga siquiera una mueca con la boca. De modo que, junto a la inicialmente perdida Lena, forman una pareja de mucho mirar a la nada y poco hablar.
Conforme nos vamos acercando al final la película va ganando en un ternurismo agradable, parece que todo no está perdido y que, por primera vez en sus vidas, tienen algo por lo que luchar y a lo que proteger. No oculto que casi lagrimeo al final después de pasar por un férreo pasotismo inicial.
El discurso del cine independiente europeo me produce la sensación de que muchas veces la estética y el dejar tu sello autoral están por encima de los deberes del narrador. No estoy de acuerdo. Mención aparte el formato de 4:3, que me imagino que si le preguntamos al director italiano sobre la utilización del mismo la respuesta apelaría a nuestras emociones, nuestro mundo interior y tal. Supongo que con la tecnología actual hacer películas en ese formato responde al deseo de ser percibido como un director fino, con tacto y sentido de lo estético. A mí me da un poco igual.
Estreno en cines: 6 de noviembre.
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