Cuando uno se encuentra con un documental de este tipo se pregunta cómo surge esto. En el caso de Leonor. El futuro de nuestra monarquía renovada (2020) me gusta imaginar a un grupo de periodistas monárquicos reunidos en un reservado del centro de Madrid, cenando un carpaccio de gamba blanca, pero aquejados por la desafección de nuestros jóvenes hacia el faro que guía nuestra estabilidad institucional, la monarquía. Hay que hacer algo audiovisual, la chavalería ya no lee a Jaime Peñafiel ni a Luis María Ansón. Un documental, que está ahora muy de moda. Manos a la obra con ello. ¿Qué miembro de la Casa Real tiene aún una imagen impoluta en sociedad? Leonor. Pues ale, a grabar.
El grupo va siendo entrevistado en un salón viejuno. Van dándonos a conocer a Leonor, ya que desde su propia familia siempre se ha protegido la intimidad de la ahora adolescente Princesa de Asturias. Llama la atención el entusiasmo con el que hablan de esta chica, de la que sacan cualquier mínimo gesto para ponerla en un altar. Me da la impresión de que esta gente habla de Leonor como mi querida abuela habla de mí a terceros, puede que sobrevalorando nuestras virtudes. Desde que descubrió los audios de WhatsApp no ceja en su empeño de elogiar a todos sus nietos. Incluso cuando recibe una fotografía de un humilde filete a la plancha nos regala los oídos por lo apañaos que somos todos los suyos.
Leonor es una figura poliédrica de virtudes y aficiones. Interesada por el cine, trabajadora, paciente e incluso con un don para los idiomas. En una imagen de archivo aparece chapurreando el árabe, e incluso el catalán, lo que hace las delicias de este grupo de Vengadores reunidos para hacerse con todas las gemas monárquicas. El reparto se nutre principalmente de periodistas especializados en Casa Real, a destacar el gusto por el tinte rubio entre ellas y, fuera de lo estético, las apariciones de Luis María Ansón y la omnipresente Ana Rosa Quintana, que entra en el documental con la fuerza de John Cena en el Royal Rumble de 2008.
El documental está producido por la revista ¡HOLA!, bien definida por Bob Pop como “el poder” o “el BOE”, cuyas páginas suelen tener mucha información sobre la vida de las monarquías europeas, a las cuales sus periodistas suelen envidiar porque les abren pronto cuentas de Instagram a los infantes. Hay incluso un clasismo en ¡HOLA! respecto a las demás revistas del corazón. Ellos no tienen tiempo para la princesa del pueblo, sino que prefieren aristócratas de los de verdad, de los de apellidos compuestos, que al fin y al cabo son los que mandan. Desde ese prisma hacen una defensa a la totalidad de la institución monárquica y del régimen del 78. La protagonista del documental es Leonor, pero ese poder monárquico necesita legitimarse en un relato triunfal sobre nuestra transición a la democracia, de la que se destaca el papel que jugó Juan Carlos I, pese a, como llega a afirmar Almudena Martínez-Fornés, periodista de ABC, los “errores inexplicables cometidos en la vida privada”.
Los últimos 15 minutos del documental son un anuncio de ONG de “Apadrina una monarquía”, ya que se nos presentan a unos señores malos que se la quieren cargar. Personificando, Pablo Iglesias, que aparece un par de veces, y Gabriel Rufián, como máximo rostro del separatismo. Nuestros periodistas desean que Leonor consiga heredar el trono de Felipe VI, pese a todo, aunque siembran alguna duda de cara al futuro; España es un país muy cambiante y todo puede pasar, incluso que adoptemos un régimen republicano, cosa que parece quitarles algo de sueño a nuestros protagonistas del documental. En resumen, huele a cerrado y en lugar de abrir las ventanas, estos periodistas optaron por acostumbrarse al tufillo, por lo que cualquier olor foráneo parece una bendición.
El documental está disponible en Amazon Prime Video.
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