La ópera prima de la directora británica Rose Glass supone una presentación impactante para el gran público. Una fantástica película de terror que ha tenido muy buena acogida en festivales como Sitges o Toronto, y que se puede encuadrar en la misma categoría que estas cintas de terror sofisticado que tienen que ver con los mitos y creencias religiosas.
Saint Maud (2019) es la crónica de una ida de olla anunciada. Una enfermera muy devota se enfrenta al encargo de cuidar de una criatura enferma y pecaminosa de alma condenada, una gran bailarina lesbiana que padece cáncer. Lo que ocurre es que esta sanitaria no es de la clase de devotos que rezan un par de salmos diarios, sino que ella es más de autolesionarse, hablar directamente con Dios (en galés) y tener unos encuentros místicos bastante laboriosos.
Para ser sinceros, el cristianismo tiene material propio de sobra para provocar horror, por lo que no es tarea difícil que las escenas de Saint Maud (2019) nos causen repulsión. Nos encontramos ante un relato basado en la narrativa religiosa, ya que nos está contando como esta enfermera se convierte en santa tras salvar el alma de la susodicha.
Los hechos tienen lugar en la localidad costera de Scarborough, una especie de Benidorm británico que, por extraño que parezca, marina muy bien con esta película con esa mezcla de bares y ocio hortera con las prácticas más oscuras del cristianismo.
Estreno en cines: 23 de diciembre