He de decir que acudí a mi cita con Amber con bastante interés. Algo cansado ya de comedietas adolescentes sin ningún tipo de ambición, el segundo largometraje de David Freyne (The Cured) prometía convertirse en algún tipo de clásico moderno para adolescentes LGTB. Error.
La sinopsis de Dating Amber (2020) plantea algún tipo de vuelta de tuerca a las historias de siempre: Eddie (Fionn O’Sheal) y Amber (Lola Petticrew), fingen ser novios para escapar de los rumores acerca de su orientación sexual durante el último año de instituto.
A partir de aquí, el director y también guionista se desentiende de cualquier perspectiva novedosa que pueda tener su planteamiento y decide copiar cada uno de los tópicos que han funcionado relativamente bien en otras comedias adolescentes, esforzándose constantemente en demostrar que su película es la más fresca e irreverente. A este fin, Freyne recurre a los mismos trucos de siempre: fotografía mona con tonos amarillentos, canciones de rock alternativo que ya no son tal alternativas, y un contexto sociopolítico al que mirar con el recuerdo de los ojos del presente, en este caso, la Irlanda ultracatólica de los noventa. No discuto que el director se haya amparado en cierta nostalgia para ubicar su historia en el pueblecito irlandés de la película, pero el resultado no deja de ser un manido cliché con el que darle algo de complejidad a las motivaciones de sus personajes, así como para tener una excusa por la que vestir a los actores con vaqueros
noventeros.
Así pues, Freyne planta a su protagonista masculino, Eddie, en una familia pretendidamente disfuncional, con un padre militar supuestamente severo, de quien Eddie tiene que recoger el testigo; una madre
comprensiva, desencantada con su matrimonio, y un hermano pequeño que simplemente tiene gracia porque así se lo ha exigido el guion. En relación a la madre de Amber, el director pasa directamente de
imprimirle algún tipo de relevancia, pasando por la película sin pena ni gloria, con la única habilidad de ser viuda y relativamente conservadora, lo que lleva a repetir hasta tres veces el mismo gag acerca de la
opinión de su difunto marido con respecto a la orientación sexual de su hija.
En relación a los protagonistas, poco que añadir. Es cierto que Freyne cuida con algo de mimo a Eddie y le da algún tipo coherencia. Si bien el conflicto con su padre es bastante absurdo, podemos entender sus dudas con respecto a su sexualidad así como su miedo a salir de su pueblo y ser feliz en Dublin. Amber, por el contrario, queda deslucida no sólo por la actuación histriónica y exagerada de la actriz protagonista sino por un empeño del director en hacernos creer que es la chica más loca y divertida de la historia del cine, calcando una por una todas las características de la clásica manic pixie dream girl. Amber no es como las otras chicas porque no se preocupa por ligar con chicos como hacen las otras chicas del instituto, dejando las incluso lesbófobas connotaciones que este tipo de representación conlleva. La motivación última del personaje de Amber es limitarse a ser lesbiana.
Con personajes tan desdibujados, la trama simplemente avanza sin motivación alguna. Los conflictos se generan y se resuelven sin ningún tipo de sentido y la acción se desarrolla sin ritmo, bien aglutinando secuencias humorísticas bastante rancias, artificiales e incoherentes o bien forzando secuencias lacrimógenas que consiguen distanciar aún más al espectador de cualquier tipo de identificación con los personajes, a lo que se suma un cierre absolutamente anticlimático, lleno de subrayados sobre la
importancia de ser uno mismo, algo especialmente deshonesto si se tiene en cuenta que la película no tiene la decencia de demostrar lo contrario en ningún momento. Dating Amber exige al público una enorme voluntad para adentrarse en una historia bastante insípida y repetitiva. Su pretendida frescura evidencia un marcado formalismo tanto temático como estético y las motivaciones de los personajes resultan tan confusas, que el espectador acaba por perderse entre rebequitas de punto y canciones de Pulp.
Está claro que Dating Amber no pretende en ningún momento problematizar la identidad queer y tampoco intenta ser algo más que una comedia adolescente con cierto calado emocional. No obstante, por muy
positivo que resulte ofrecer historias LGBT, con toda la visibilidad que ello pueda conllevar, Dating Amber refleja la urgente necesidad de buscar nuevas fórmulas dentro del cine adolescente que no reciclen los mismos códigos de siempre y en la que los protagonistas LGBT tengan algún tipo de conflicto más allá del de ser LGBT.
Estreno en cines: 26 de febrero. Próximamente en Amazon Prime.