Le decía el otro día a mi amiga Elisa que somos un poco como las chicas de Sexo en Nueva York, solo que sin Nueva York y casi sin sexo. Con The Owners sucede algo parecido: la película ofrece una propuesta inicial interesante, con un reparto muy potente; pero se queda corta en conjunto. La sensación final es similar a mis impresiones respecto al café descafeinado, las cervezas sin alcohol o las coca-colas light que acompañan menús gigantes de McDonald’s: para qué.
En la primera escena de lo último de Julius Berg, nos encontramos con un grupo de adolescentes: Gaz, Nathan y Terry; que esperan en un coche rapeándose unas barras bastante lamentables a que una pareja de ancianos pudientes, los Huggins, salgan a cenar como cada viernes para asaltar su mansión y abrir la prometedora caja fuerte que esconden.
Nathan y Terry son dos chavales bastante desorientados en lo que concierne a sus aspiraciones vitales que en seguida se dan cuenta de que usar chándal y cadenas para parecer el más malo de tu barrio es bastante más sencillo que liarse a puñaladas y demostrarlo -véase en Youtube: La pistola cuando se saca es pa disparar, el que la saca pa enseñarla es un parguela.- Pese al amedrentamiento de sus coleguitas, Gaz -Jake Curran, al que caracterizan con un preocupante parecido a Yung Beef- se obceca cada vez más en abrir la caja a toda costa. La última en llegar es Mary, novia de Nathan y posiblemente único cerebro sensato de la reunión. La joven está totalmente en contra del plan, pero se nos mostrarán superficialmente una serie de motivos personales -bastante tópicos, por cierto- que harán que Mary acabe por ceder a los deseos de su desbocado novio, que a su vez está sometido a los deseos de nuestro Yung Beef falso.
A partir de aquí comienza una espiral de demencia al más puro estilo de película de Antena 3 de sábado por la tarde: una casa preciosa en un prado verde, un espectador que piensa repetidamente para sí mismo “¿por qué coño tiene que bajar al sótano?” y un espacio cerrado en el que se encierra un abanico amplio de personajes de los cuales al menos uno está un poco cucú pero… ¿quién?
Berg se nutre de fórmulas cinematográficas icónicas ya utilizadas por algún que otro director reputado para intentar sorprender al espectador con una oleada de clímax dramáticos no siempre bien conseguidos. Con un uso más bien pobre de la metáfora del ladrón cazado, el director juega con un abanico de personajes y tramas quizá demasiado amplio; con un argumento poco sólido y un ritmo que pese a resultar ágil se pasa de intensidad de muchas de las escenas que deberían ser terroríficas. Personalmente me quedo con una en la que alguien escupe una dentadura postiza durante una pelea a sartenazos.
Estreno en cines: 6 de marzo.